El colapso de los servicios sanitarios y la crisis del oxígeno asociada a la segunda ola de la pandemia por coronavirus han llevado a un marcado repunte de los fallecimientos totales en el país. Desde inicios de enero, el rastro mortal de la enfermedad se ha evidenciado principalmente en los hospitales, pero también al interior de los hogares peruanos.
Según cifras del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), entre enero y febrero del 2021 se reportaron 17.987 fallecimientos en viviendas, cifra mayor en 150% a lo observado durante el primer bimestre del año anterior, antes de que se presenten los primeros casos del COVID-19 a nivel local.

Al igual que la mortalidad total, el aumento de decesos en los domicilios sobrepasa incluso los ‘picos’ alcanzados durante la primera ola de la enfermedad. Desde inicios de diciembre, la curva de fallecimientos en hogares tuvo una pendiente casi vertical [ver infografía]. El momento más crítico se habría registrado durante las dos primeras semanas de febrero, cuando superó las 400 muertes diarias, casi el cuádruple de los niveles habituales antes de la pandemia. Esta alarmante cifra habría iniciado un lento descenso en los últimos días hasta llegar a un promedio de 337 víctimas.
Por zonas
El exceso de muertes debido al impacto de la segunda ola ha afectado a todo el país; sin embargo, Lima Metropolitana lleva la peor parte del fatal recuento. En lo que va del 2021, la ciudad concentra el 40% de los decesos totales en viviendas (7.189 casos), un porcentaje similar a lo registrado durante la primera ola del coronavirus.

A diferencia del resto de regiones, desde mediados de febrero la mortalidad en los domicilios de la capital aún se mantiene estancada en niveles altos. Cada día 170 familias limeñas en promedio pierden a un ser querido dentro de sus casas debido al COVID-19 o por algún otro mal crónico que no puede ser atendido a tiempo en los hospitales.
Factores detrás
Para el médico epidemiólogo Edward Mezones-Holguín, el desborde de la letalidad en hogares abarca dos aspectos: el evidente colapso hospitalario, pero también una cultura de manejo domiciliario de los casos que implica el grado de disposición que tiene la población para acudir a un centro de salud.
“Tenemos que diferenciar lugares donde el sistema está colapsado. Hay regiones como Lima que ya no da más y no se recibe; pero también hay otras donde probablemente haya alguna disponibilidad. El tema pasa porque el sistema no recibe, tú quieres ir pero no tienes espacio para entrar o esperan a que tengas baja saturación para dejarte ingresar y eso implica más deterioro. Lo otro es que hay una idiosincrasia en el Perú de que si te vas a un hospital te mueres, cuando en realidad llegas muy tarde y por eso falleces. Entonces se están dando muchos tratamientos domiciliarios con automedicación o sobremedicación, como el uso de corticoides al inicio de la enfermedad o de medicamentos sin evidencia científica”, explica.

¿Puede un paciente con COVID-19 recuperarse satisfactoriamente dentro de su vivienda?
Julio Cachay, infectólogo de la clínica Ricardo Palma, señaló que frente a la gran demanda de servicios sanitarios se puede hacer concesiones para un manejo en casa; sin embargo, esto implica que los familiares o especialistas que los atienden sean muy estrictos en el monitoreo de la persona. “Si es menor de 50 años, no es obeso o no tiene comorbilidades y satura más de 93% pudiese iniciarse con un monitoreo diario. El tratamiento de la enfermedad abarca más cosas que solo ponerle oxígeno”, remarcó.
Fuente: Diario El Comercio