Según la Real Academia Española (RAE), abrazar es comprender, contener, incluir. Es ese gesto que no necesita palabra alguna para hacer sentir la misma intensidad que un te amo gritado a los cuatro vientos. Ese acto de acurrucar a alguien en muestra de cariño es el que ha elegido Gianluca Lapadula para demostrar su felicidad en la selección peruana. Lo hizo con Christian Cueva y Ricardo Gareca en la victoria en Quito ante Ecuador. Lo repitió en el triunfo ante Colombia por la Copa América: a Cueva tras cantar el himno nacional, a Sergio Peña luego de su gol, a Trauco cuando salió cambiado por Santiago Ormeño y cerró nuevamente con Gareca en el túnel. Un poco más y lo hace con Yerry Mina por el autogol.
El abrazo se ha convertido en el símbolo de esta selección que busca incluir nuevos elementos -nómbrese a Lapadula y Ormeño como ejemplos claros- a la familia mientras intenta recobrar la memoria. Incluso ya es común ver que después de cada encuentro, el técnico argentino espera a sus dirigidos para darles un fraternal abrazo. Para aliviar el dolor de una derrota o para celebrar por un triunfo.
» Gianluca es el tipo más bonachón de la selección de la selección. Respeta lo mismo a Paolo que a un utilero. Se acerca a la mesa de los directivos a saludar en las comidas. Cuando se va de las concentraciones se despide de todos con un abrazo», le contó alguien muy cercano al directorio de la FPF. » En realidad, Lapadula es un futbolista muy expressivo y se maneja asi con todos. Yo vi, por ejemplo, que antes conversaba mucho más con Solís el arquero que con otro jugador. Ahora anda mucho con Aquino, o Garcés”, agregó. El ítalo-peruano, que hace poco se integró al equipo, ahora busca integrar a los “nuevos”.
Fuente: Diario El Comercio