Tomado de: Diario Correo
Aún adolorido y con vendas en la cabeza, el taxista Luis Alberto Rodríguez Inga (38), contó su experiencia en el horrendo episodio que le tocó vivir durante el atentado criminal al local del Ministerio Público de La Libertad, situado en el cruce de las avenidas Daniel Alcides Carrión y Jesús de Nazareth.
El padre de familia asegura que es un sobreviviente de este acto delincuencial porque Dios tiene un plan para él y es seguir trabajando, para velar por el bienestar de su esposa y sus dos menores hijos. “Si alguien tiene que pagar por lo sucedido, será, primero, la justicia terrenal, y luego la divina, las que se lo cobrarán”, sostiene.
Luis Rodríguez, quien vive en la Mz. J del barrio 6B, en el distrito de Alto Trujillo, cuenta que el hecho ocurrió cuando regresaba de realizar un servicio de taxi, y la onda expansiva del estallido de una carga de dinamita lo envolvió por completo: “Para mí esto es un milagro y siento que he vuelto a nacer”, enfatizó.

“Yo regresaba de dejar un cliente y me detuve frente a un semáforo. Cuando esperaba que cambiara la luz para avanzar, escuché la potente explosión. No me desmayé, no perdí el conocimiento. Salí del carro y sentí que me dolía la cabeza y al tocarme noté que estaba sangrando. Luego giré y vi el auto destrozado”, contó.

En efecto, su vehículo, que era su herramienta de trabajo, quedó destruida. “De milagro estoy vivo. Al ver el carro así, tal como quedó, todos pensaban que estaba muerto; incluso, he leído noticias que aseguraban que yo había muerto, pero gracias a Dios estoy vivo y recibiendo el apoyo de muchas personas”, manifestó.
Preocupado
Para Luis, la preocupación que le embarga es que ha dejado de trabajar junto cuando necesita de más recursos para atender a su familia, sobre todo a su primer hijo, que padece leucemia.
“Yo quiero seguir sosteniendo mi hogar. Necesito seguir trabajando en el taxi. Es lo que he hecho siempre y lo voy a seguir haciendo”, aseguró.
También indica que, más que su propia recuperación, actualmente la prioridad la tiene su hijo con leucemia, y necesita viajar mensualmente a Lima para que reciba tratamiento. “Por ese motivo yo trabajaba hasta de madrugada, para poder reunir dinero para los pasajes que necesitan mi esposa y mi hijo”, añadió.
Pide justicia
El taxista señaló que no tiene nada que decirles a los delincuentes que perpetraron el atentado en el local del Ministerio Público. “A esas personas, no sé ni qué decirles. La verdad que estamos cada vez peor, pues todos los días se escucha esto de las bombas. Solo espero que la justicia haga su trabajo y ponga mano dura, para que todo esto ya no siga más”, finalizó.