Blanca Aguilar Vásquez, la acongojada viuda del policía Luis Antonio Marcelo Zela Pari (30), no descarta que a su marido lo hayan asesinado por otra mujer. Así lo dio a entender en la morgue, adonde acudió para reclamar los restos del subofcial, que murió tras recibir un disparo de bala en la cabeza, durante la presentación de la orquesta Zaperoko, en Huanchaco.
Los señala
Los colegas en cuestión son cinco. Al igual que Zela, uno de ellos presta servicios en la comisaría de La Noria. Otro lo hace en la comisaría de Nicolás Alcázar, en El Porvenir. De los demás no se tiene aún mayor información.
“Lo extraño es que, tras el crimen, uno de los cinco se quedó con el celular de Luis —agrega la muchacha—. Para encontrarlo, los investigadores tuvieron que usar el sistema de geolocalización. Recién en ese momento, (el colega) dijo que se lo había quedado”.
Asimismo, Blanca sostuvo que los policías que acompañaban a su esposo lo abandonaron a su suerte: “Cuando la gente de la Divincri llegó, ellos ya se habían ido. Tal vez sabían que estaban en falta por haber asistido a un concierto en toque de queda… O no sé. Lo cierto es que se fueron llevándose el celular”.
Por estos detalles, Blanca Aguilar pide a las autoridades que también interroguen a los colegas de Luis Antonio Zela. El extraño comportamiento que han adoptado los ha puesto a la luz los reflectores.
Con respecto al móvil, Blanca, como mencionamos al inicio, no descarta que haya sido pasional, pues en los videos que ha podido ver de la fiesta el desaparecido padre de su niña aparece con otra mujer.
Se hace el mudo
Cabe señalar que el lunes en la noche la policía arrestó a un sospechoso. Se trata de Freddy David Fache Chávez, de 22 años.
Fache fue detenido en Pacasmayo. Los investigadores dieron con él rastreando su celular. Supuestamente, los testigos lo señalan, pero él, en un primer momento, juró inocencia. Después se acogió al silencio. Cuando se cerró esta edición, seguía sin decir una palabra.
Como se sabe, el crimen tuvo lugar en el restaurante Palo Marino. Los testigos aseguran que fueron dos los tipos que se acercaron a Zela, pero solo uno abrió fuego. El salvaje le disparó por detrás al suboficial, y directo a la cabeza.
Una sola bala bastó para cegar la vida de Luis Antonio Zela, que cayó de rodillas junto a la mesa. Consumado el homicidio, el pistolero salió corriendo a la calle, seguido de cerca por el otro matón. Mientras huía, disparó reiteradas veces al aire. El exceso de personas le impedía avanzar, de modo que así se fue abriendo paso.
Fuente: Diario Satélite