Escribe: Yuri Castro | Periodista
Trujillo, la ciudad que solía ser conocida como la eterna primavera, ha perdido su encanto. Ahora se ha convertido en la ciudad de la eterna inseguridad. Las flores han sido reemplazadas por plomo y sangre. Aquí, la vida se arrebata a diario, con ferocidad desmedida, a quemarropa y a corta distancia. La impunidad campea en nuestras calles, convirtiéndonos en una ciudad armada, una ciudad de la furia, donde los delincuentes tienen un acceso fácil a las armas de fuego, utilizándolas no solo para eliminar a sus rivales, sino también para cobrar vidas por encargo, incluso de empresarios y otras personas destacadas.
La cifra de impunidad en los homicidios es alarmante. El 99.9 % de los casos queda sin esclarecer, sin encontrar justicia para las víctimas y sus familias. El escenario es oscuro. El 99.9 % de los asesinatos se consuma mediante el uso de armas de fuego, esas pistolas de 9 milímetros que se convierten en portadoras de balas con nombre, balas que se disparan con la complicidad de la impunidad reinante.
En este panorama desolador, es lamentable constatar la ausencia de un sistema de identificación balística que permita rastrear y relacionar las armas utilizadas en los crímenes. Esta carencia se traduce en una gran barrera para el esclarecimiento de los casos, dejando a las víctimas y sus familias sumidas en una desesperante incertidumbre. De allí que, en Trujillo, el miedo se ha convertido en un acompañante constante para los ciudadanos. Cada paso dado en nuestras calles es incierto, cada encuentro puede convertirse en un enfrentamiento mortal. La inseguridad ha tejido su tela de araña en cada rincón de nuestra ciudad, en cada pensamiento que nos asalta cuando salimos a la calle, donde la sombra del crimen se desplaza sigilosa.
Es momento de que las autoridades y la sociedad trujillana tomen medidas contundentes para enfrentar esta crisis de inseguridad. Se requiere un compromiso real y efectivo para combatir la impunidad, fortalecer las investigaciones y crear las herramientas necesarias para identificar las armas utilizadas en los delitos. Es imperativo unir fuerzas, implementar políticas de seguridad integrales y propiciar un cambio cultural en el que prevalezca el respeto por la vida y la seguridad de todos los ciudadanos.
Trujillo merece recuperar su esencia perdida, ser nuevamente la ciudad acogedora y próspera que una vez fue. No podemos permitir que la inseguridad siga tiñendo nuestras calles de sangre y luto.