Un joven, con aspecto de ser menor de edad, nada en las aguas de la playa de El Tarajal, en Ceuta. España. Lleva atadas a su traje de baño varias botellas de plástico de agua mineral y de refrescos, un increíble sistema para ayudarlo a mantenerse a flote en la travesía que hizo a nado desde la costa de Marruecos. Las imágenes lo muestran exhausto y angustiado llegando a la orilla.
Es uno de los cientos de jóvenes que intentó llegar a España desde el lunes. Entre ellos se registraron unos 740 niños y adolescentes. Frustrado, comienza a llorar y a implorar al militar que tiene delante que lo deje pasar. Este le dice que no tiene intención de hacerle daño.
Instantes más tarde, el inmigrante se deshace de las botellas e inicia una carrera para tratar de escalar el muro de la piedra de la playa, antes de ser alcanzado por los miembros del Ejército local. Las imágenes no muestran ninguna identificación. Los soldados tratan de consolarlo mientras lo acompañan al borde de la valla.
El adolescente se resiste al principio, pero cede ante la imposibilidad de encontrar un lugar para escapar. Una vez ahí le abren la puerta para que vuelva a salir del territorio español. Según el Ministerio del Interior de España, miles de inmigrantes fueron “rechazados en la frontera”, mientras otros cientos emprendieron el regreso en forma voluntaria.
Alrededor de dos tercios de los aproximadamente 8.000 inmigrantes que llegaron, y que según las autoridades españolas incluían niños no acompañados de hasta siete años, fueron expulsados. Muchos de los que fueron devueltos estaban decididos a volver nuevamente a Ceuta y en estas horas lo intentarían otra vez.
Y si bien la mayoría de los adultos que entraron en los últimos días fueron devueltos a Marruecos o se fueron por su propio pie, la ley impide a los menores no acompañados que sean regresados. Los niños se encuentran agolpados en carpas que sirven de albergues y otros deambulan por las calles.
La mayoría de los menores que quieren exiliarse provienen de familias pobres, no van a la escuela y a veces hacen pequeños trabajos para sobrevivir.
Este flujo «impresionante» de niños hacia la frontera española no tiene precedentes según Omar Naji, un militante marroquí de derechos humanos que sigue la cuestión migratoria.
«Su expulsión por parte de España es contraria a los tratados internacionales de los derechos de los niños», aseguró indignado. «Las autoridades marroquíes los han implicado para presionar a España con fines políticos», condena al mismo tiempo.
La situación se agravó más con la crisis vinculada a la pandemia de COVID-19. Dos de cada cinco jóvenes que viven en centros urbanos estaban sin empleo, según cifras oficiales para 2020.
Fuente: Diario Gestión