La experiencia de perder a su mascota durante su infancia y el descubrimiento de que en Perú había alrededor de 12 millones de perros y gatos deambulando por las calles, la impulsaron a fundar la ONG Patitas con Calle.
A los 8 años, mientras vivía en Mala, Cañete, Karina Canales entabló amistad con una perrita callejera a la que llamó Chiquivaca. A pesar de que su madre no le permitía tenerla dentro de la casa, el perro siempre se quedaba en la puerta. Trágicamente, un día descubrió que su querida mascota había sido envenenada después de no poder encontrarla.
«Me dolió en el alma. Yo me acuerdo tener 8 o 9 años llorando, pero no tienes idea de cómo sufrí. Y siempre me dije: ‘Voy a hacer algo, un día, para ayudar (a los animales de la calle)», nos cuenta. Este y otro evento que le sucedió cuando ya se encontraba trabajando en Google fueron el empujón que necesitaba para crear Patitas con Calle.
Luego de titularse como ingeniera de sistemas en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Karina apostó por lo grande. Tras un par de fracasos y constante resiliencia, logró ingresar a trabajar a Google. Una vez ya establecida en California y trabajando en Silicon Valley, recibe una llamada de su madre que sería el impulso para abrir la ONG.
A diferencia de campañas de esterilización donde se coloca un puesto y se trabaja por fechas, Karina optó por una forma de trabajo más eficaz: «Lo que yo hago es reclutar veterinarias que están dispuestas a cobrar costo social, que tengan una historia de buen tratamiento y que cuenten con doctores colegiados porque priorizamos la salud del animalito. Entonces, cada veterinario tiene una zona de acción y estas veterinarias están ubicadas en sitios muy humildes».